El tacto es un sentido fundamental para quienes
convivimos con una discapacidad visual. La pandemia de Covid-19 nos obliga a
cumplir con una serie de normas de distanciamiento social y sanitario, que se
complica cuando necesitamos tocar para ver.
¿Cómo se puede solucionar?.
Las nuevas normativas
adoptadas para salir de esta pandemia nos obliga a todos a cumplir una serie de
reglas fundamentales, entre las que destacan el uso de mascarilla en lugares
públicos y el distanciamiento social y sanitario de dos metros. El problema es
que las personas que tenemos limitaciones visuales, no podemos determinar con
exactitud esa distancia respecto a otros individuos.
Por otra parte, en la actual
fase de reincorporación de la vida social, tras el aislamiento, se están
reorganizando los comercios e instituciones para que se circule de forma ordenada,
estableciendo medidas tales como, reubicación de espacios y nuevas vías de
entrada y salida, entre otras.
Y otro problema es que la
señalización se está colocando en muchos lados basándose en las personas que
pueden ver sin dificultad. Por mencionar algunos ejemplos, se han pintado
líneas en el suelo o se colocan orientaciones visuales para indicar dónde están
los guantes y los desinfectantes.
La consecuencia es que estos
cambios en la configuración de los espacios está afectando a una gran cantidad
de personas ciegas y con baja visión. La mayoría tenemos memorizados los
espacios en los que nos movemos habitualmente, y los cambios de direcciones
realizados en los establecimientos nos generan una
gran desorientación.
Adaptar los espacios para todos
Por todo esto, parece lógico
y exigible que las nuevas normativas que regulan la pandemia y la post-pandemia
contemplen excepciones para quienes tenemos discapacidad visual, por ejemplo
que se nos permita tocar físicamente determinados elementos de nuestro entorno,
con los cuidados de higiene correspondientes.
También sería importante que
las señales en el suelo incorporen bandas en relieve para poder ser detectadas
por los bastones. Que se instalen señales de gran tamaño a la altura del campo
visual para que puedan ser percibidas por personas que vivimos con baja visión.
Y otro aspecto que
inevitablemente debería someterse a revisión, al menos para las personas con
discapacidad visual, sería el distanciamiento de dos metros, para que este no
se convierta en un distanciamiento humano que también dificulte ayudar a otra
persona cuando lo necesite.
Alternativas tecnológicas
El Braille, que ha sido
indudablemente un gran avance social en la señalización y la comunicación,
podría verse ahora temporalmente suspendido en espacios públicos.
Es que si a los impedimentos
de poder usar el tacto se suma la medida de tener que usar guantes, esto impide
el reconocimiento de los símbolos en Braille. Tanto en los números de los
ascensores, en la señalización de baños o, sencillamente, en el título de un
libro en la librería o la biblioteca.
Entonces es la era y la hora
de los dispositivos móviles y un camino en la “nueva normalidad” es adaptar y
generalizar el uso de los códigos QR. Este sistema permite encontrar información con
nuestro teléfono en formatos audibles o para leer con lectores de pantalla.
Brindar información sobre
horarios de comercios o instituciones, características de productos, salidas de
trenes y colectivos, sin tener que tocar o leer ningún cartel, debería ser más
que considerado por el Estado y los responsables de todas las organizaciones de
la sociedad.
La pandemia nos ofrece la
oportunidad de avanzar tecnológicamente un poco más y simplificar la vida a
personas que no ven o vemos mal. Los
investigadores en tecnologías y telecomunicaciones tienen ahora un nuevo
desafío para que, al menos, esta pandemia nos sirva para avanzar en la
adaptabilidad. Y poder sacar algo en positivo.
Artículo basado en la nota “COVID-19:
¿Cómo vivir sin tocar cuando no ves bien?”. Disponible en https://theconversation.com/covid-19-como-vivir-sin-tocar-cuando-no-ves-bien-138919
Comentarios
Publicar un comentario